Finaliza un nuevo año, que tuvo ingredientes que lo hicieron totalmente diferente a los demás, ya que el mundo transitó una pandemia -situación que nos era totalmente desconocida-, durante la cual debió adecuarse a vivir, a trabajar y a producir.
Para realizar nuestras obligaciones y para que nuestros derechos de trabajar se cumplan hubo que adecuarse a protocolos que nos resultaban extraños. Pero de una u otra forma, en casi todas las actividades se logró esta adaptación para trabajar y para producir.
La producción agropecuaria -base de la producción alimenticia- no se detuvo: aquellos que producen trabajaron bajo nuevas normativas, con lo cual mostraron nuevamente su capacidad de reinventarse y de generar oportunidades.
En efecto, a veces las crisis generan oportunidades, que hay que saber encontrar. Y cuando ello ocurre, se deben buscar las herramientas para aprovecharlas.
Transitamos una semana de reflexión, durante la cual analizamos cómo nos fue durante el año y cómo podremos encarar el nuevo. Pero la pandemia alteró todo.
Todos -autoridades y ciudadanos- todavía estamos analizando los estragos que esta enfermedad género y que seguramente seguirá generando en el futuro.
Pero mientras elucubramos surgen oportunidades. Y en la producción de alimentos aparecen nichos, que muchas personas con olfato e ingenio estudian, analizan, toman decisiones y generan una nueva oportunidad de negocio. Sobre todo ahora que la covid-19 afianzó aun más la necesidad de consumir alimentos sanos e inocuos.
Por suerte en este sentido, el hombre de campo es una persona con una alta capacidad de adaptación para seguir produciendo bajo circunstancias a veces desconocidas, como la que estamos viviendo. Encuentra sistemas y herramientas nuevas, que le pueden servir para mejorar su sistema productivo,
En la vida de un productor se atraviesan crisis de manera permanente. Estar en un sistema cíclico o las inclemencias climáticas o económicas lo llevan a situaciones en las que le es difícil seguir produciendo. Sin embargo, igualmente año tras año, la mayoría continúa con su actividad, ajustándose el cinturón, analizando qué hizo mal para mejorar al año siguiente, qué debe hacer la próxima campaña para que determinada plaga no lo perjudique tanto, qué nuevo negocio apareció, qué necesidad alimenticia nueva tiene el mundo, cómo debe manejarse financieramente para no caer en la ruina, y una infinidad de otras cuestiones.
Como lo dijo el filósofo Santiago Kovadloff, el productor muestra un comportamiento muy interesante, que se debe analizar y que se dan en momentos de crisis. Estos presentan una identidad cívica y cultural que les permite afrontar una crisis y buscar la forma de cómo salir adelante.
Kovadloff considera interesante comprender la capacidad de adaptación que el hombre de campo tiene a los cambios permanentes a los cuales los enfrentan las crisis. Estas lo llevan a adecuarse a la realidad, para seguir produciendo alimentos para su país y para el mundo.
Esta pandemia está mostrando al planeta la real importancia de la producción agrícola ganadera y agroindustrial. Pese a todos los inconvenientes originados por esta nueva enfermedad, producir es una necesidad imperiosa, que no debe ser descuidada, sino todo lo contrario: debe ser afianzada y cuidada por los Gobiernos, que deben dar las herramientas necesarias para que el productor pueda adecuarse a las nuevas condiciones de trabajo y aproveche las nuevasoportunidades que surgen.
El mundo pide a gritos alimentarse de manera más sana, con productos inocuos que no dañen ni al consumidor ni al medio circundante. En esta situación de pandemia se está demostrando que la actividad no es tan perjudicial al ambiente como se venía diciendo previo al coronavirus.
Hoy, los intelectuales manifiestan que la clase política del futuro debe formarse como un espacio de construcción del liderazgo y de intercambio de ideas; que no sean depositarios de las órdenes del poder político, que generen más conocimiento y una visión más profunda de aquello que tan superficialmente catalogaron durante mucho tiempo, culpando al campo de todos los males.
El campo sigue adelante en tiempo de pandemia, adaptándose, buscando nuevas alternativas y aprovechando mejorar -aun en momentos de crisis-, con el objetivo claro de seguir produciendo más y mejores alimentos, con la participación de toda la sociedad, para el bien común de todos.